El oxígeno no es solo un elemento que respiramos, sino que en el ámbito médico, debe considerarse como un fármaco fundamental. Su administración precisa seguir protocolos específicos y condiciones similares a cualquier otra prescripción médica.
En la atmósfera, el oxígeno se presenta como un gas, compone aproximadamente el 21% del aire a nivel del mar. Sin embargo, esta concentración disminuye a medida que ascendemos en altitud.
Para algunos pacientes, la concentración de oxígeno en el aire puede resultar insuficiente. En estos casos, se requiere un aporte adicional de oxígeno, que puede provenir de un tubo con un manómetro y un regulador adecuado o de un concentrador de oxígeno, el cual suministra un flujo suplementario a partir del aire ambiente. Es importante considerar que el concentrador solo es funcional con suministro eléctrico, aunque se recomienda tener un tubo adicional para situaciones de corte eléctrico o un concentrador con baterías recargables.
El oxígeno suministrado al paciente debe estar humidificado. Para ello, se utiliza un frasco humidificador, que intercala el gas entre la fuente de oxígeno y el usuario. Este frasco tiene niveles máximos y mínimos de agua marcados, y suele incorporar una alarma que detecta obstrucciones en el circuito.
Una vez humidificado, el oxígeno llega al paciente a través de una cánula nasal o una máscara de oxígeno. La elección depende de factores como obstrucción nasal o irritación provocada por la cánula.
Todos los elementos del circuito de oxigenación son desechables, para uso exclusivo del paciente y su reposición varía según el desgaste y el tiempo de uso. Las cánulas, por ejemplo, tienden a volverse más rígidas con el tiempo y deben reemplazarse para evitar la irritación nasal. Asimismo, los frascos humidificadores pueden perder transparencia o presentar obstrucciones en sus líneas prolongadoras, lo que exige su reemplazo inmediato.
Considerando la vital importancia del suministro de oxígeno para algunos pacientes, es recomendable contar con suministros de repuesto en caso de emergencia.
Para pacientes ambulatorios, que se desplazan en sus hogares o centros de rehabilitación, se requiere movilidad sin comprometer el suministro de oxígeno. Algunos concentradores portátiles con baterías y equipos con ruedas ofrecen cierta libertad de movimiento. Además, se comercializan extensiones de diferentes longitudes (2m, 7m o 10m) que, junto con estos equipos, brindan independencia y facilitan la movilidad, aunque se debe considerar que a mayor distancia, se requieren mayores presiones de aire.
En cualquier caso, siempre es prudente consultar a un profesional de la salud especializado para recibir orientación precisa y adecuada a las necesidades particulares de cada paciente.